La escuela de canto -2022- Nell Leyshon
El brioso proceso de formación de Ellyn, una niña que descubre en la escuela de canto que el mundo en el que ha crecido no es único. Otros universos se hacen posibles, rebosantes de cambios estimulantes, aunque de acceso laborioso.
El relato se encuentra modelado como el trazo de un círculo, con un comienzo y un final coincidentes. La niña que lo inició llega al cierre transmutada en un ser distinto al de la partida.
“empecemos
sé que es pronto porque hay silencio y hay oscuridad
y entonces desde la oscuridad llega un lloro”
Las particularidades estilísticas que sorprenden desde el comienzo –sin generar dificultades de comprensión– no son gratuitas. Esa ausencia de mayúsculas o de signos de puntuación, junto a otras peculiaridades que irán surgiendo, hacen cuerpo con la personalidad de la joven Ellyn. La autora busca una escritura más básica para la presentación de este personaje dulcemente primitivo. Ingenua, al contemplar el espacio alrededor, tasa las ampollas que debió sufrir el creador, cuando hizo todo eso en solo siete días.
Habita una casa mísera, junto a su familia, en la Inglaterra del siglo XVI. Explotan un pequeño terreno, que no les pertenece, y del que sacan un sustento tan minúsculo como insuficiente.
Un padre postrado en la cama tras un accidente; una madre desgastada y marchita; el hermano Tomas, que golpea a la niña con antojo, porque conoce su fuerza.
Y detrás de ese llanto desde la oscuridad, Agnes, la hermana recién nacida.
El mundo de Ellyn empieza y acaba en este estrecho ámbito, dedicada a las penosas faenas del campo, envuelta en naturaleza. Ningún refinamiento ha entrado en su existencia diminuta.
Mientras ordeña la vaca, le habla del bebé que acaba de nacer, mujer también, como ellas dos.
“la vaca no dice nada solo levanta la cola y la mierda desliza se y cae […] mi culo está en el taburete y mis pies están en la mierda y la vaca está mascando hierba y oigo sus dientes rechinar y oigo el sonido de la leche llenando el cubo de madera aquí al lado oigo ahí fuera a los pájaros cantar y a sus picos y parece que estuvieran hablando unos con lotros”
La madre les encarga a los dos hijos que lleven una oveja al mercado. Tomas se encuentra a un amigo y se despreocupa de su hermana, que vaga ávida de efervescencia novedosa. Entra en la iglesia y queda deslumbrada por un sonido que nada tiene que ver con lo que ha escuchado antes. Es un canto, pero no oye palabras como cuando su madre entona una canción, “esto es un único sonido largo donde todo se enlaza”.
Siempre se ha sentido cautivada por la música. Ordeñando o junto al roble en la colina, las canciones borbotean en su boca. Sus piernas se vuelven débiles como la leche, cuando su madre canta. Pero lo que ha escuchado bajo la cúpula del edificio religioso es desconocido y se le ha enganchado muy dentro.
Ya nada va a ser igual a partir de ahora: una sima y un nuevo cielo se deslizan ante ella.
Ahora su único objetivo es acudir a la escuela de canto. Símbolo de ilustración, de formación. La cultura supone redención, proyección, crecimiento personal. Pero la instrucción puede ser también una trampa, te puede alejar de tu espacio y con ello robarte una parte de tu identidad, te puede utilizar y arrojarte lejos, cuando ya no le sirves. No hay que sublimarla.
…….
Para expresar su punto de vista Nell Leyshon ha elegido la primera persona (buscando reflejar la parte íntima de la historia) y ha optado por la voz narrativa de una niña que, cuando entramos en contacto con ella, es como una tosca figura de madera, que a lo largo de las páginas una lima va puliendo. Y quizás va arrancándole parte de su ser en esas virutas que se lleva al alisar.
Nell Leyshon propone aquí la historia de una superación, muestra la fuerza retadora del débil, que encuentra el camino entre la maraña de estorbos.
La autora escribe con pasión contra los abusos que sufren algunos personajes de la novela, mujeres o menesterosos. Ataca la desigualdad social. Arremete contra la iglesia que persigue el control de las almas, como denuncia contundente el padre o la madre, de creencias cercanas al panteísmo.
Lo verosímil en esta niña sería que permaneciera en la misma tierra de siempre, como clavada al suelo que la vio nacer. Pero Nell Leyshon determina insuflarle su propio espíritu, el de una mujer del siglo XXI, y Ellyn, aunque de manera sencilla, para no romper con su peculiaridad, tiene conciencia social y feminista.
Ellyn lo hace todo para allanar el camino a su hermana que acaba de nacer, se dirige constantemente a ella, cuando narra. Ella es su estímulo vital, toda su lucha por buscar límites más alejados están impulsados por el bebé. Quiere que su vida sea distinta, que solo ella labre su terreno, que nada ni nadie frene sus deseos.
Junto a la madre forman un trío: tres árboles con las mismas raíces. Sin embargo hay una honda diferencia entre la madre y Ellyn, porque la primera ha mamado machismo, son de esas mujeres –tantas- que durante siglos perpetuaron el patriarcado con su actitud, con el trato diferente a hijos e hijas. El papel de ariete contra la desigualdad lo porta aquí la niña. La madre en algún momento se rebela por no haber disfrutado de una oportunidad de cambio.
El mundo representado en la escuela de canto está en la otra orilla, nada tiene que ver con el que deja atrás. Las palabras en los libros son filas de marcas que no alcanza a diferenciar entre sí. Se lava por primera vez. Surgen muchas primeras veces. Se sorprende que usen algunos libros como combustible en la chimenea. Le explican que contienen enseñanzas erróneas, según el rey. No sabe quién es ese rey o la reina. Aprende que algunas palabras no son válidas en ese contexto, refinado, del estudio; aunque se refieran al mundo real que es de todos.
Añora su hogar, donde sabía todo lo que había que saber. Aquí le reprenden por comenzar a comer antes de tiempo o porque se mete el cuchillo en la boca. Ahora ve el cielo a través de un cristal, antes lo sentía en la piel. Han quemado sus viejas ropas, con las que llegó.
Ha perdido la inocencia.
Contempla la luna en la escuela. “sé que es la misma luna que mira hacia abajo en casa pero ahora parece me que casa está más lejos como si al aprender a hacer letras en un papel y al aprender a leer hubiera empujado el terreno nuestro más allá y más lejos por el camino”
El libro atesora una pequeña-gran sorpresa que explica y muestra el deseo de llegar más allá de esta niña.